por ese entonces palpité que había algo que era más fuerte que nosotros y que cualquier forma de amor. había una necesidad de espacio y de lucha individual. era momento de muchas cosas menos de asustarse. yo no estaba en forma para calmar su miedo y él, solo, ante su propio monstruo interno, se paralizó. en la parálisis, la lucha interna era ya un imposible. fue más fácil dejarse llevar por el torrente banal del ego, que asegura un bienestar falso pero creíble.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario