lunes, octubre 27, 2008

aireado.













.
.
En esa época comíamos los chocolates Leger con pedacitos de almendra. Conocíamos a la perfección el recorrido de vinos de la ciudad, luego de largas y repetidas caminatas. Nuestro destino nocturno se regía por aroma a uvas fermentadas y precios bajos de cartas y carteles.
-
Creo que los dos supimos disfrutarlo. Jamás nos reprochamos no haber modificado nuestras costumbres y, conociéndonos, eso me resulta suficiente prueba de que estábamos a gusto. Suena tal como quiero, a gusto. Porque no sólo éramos los interlocutores que necesitábamos, éramos también la compañía silenciosa que en nada se parece a la contradictoria pero tan habitual compañía ausente.
-
Cada tanto, y muy cada tanto, nos mirábamos cómplices en la puerta de algún cine o teatro para darnos un gustito ocasional. Cada tanto (y menos cada tanto) nos empujábamos a la puerta de algún hotel para sentir y en un instante olvidar el frío de una habitación. Supimos querernos también con el cuerpo y algunas noches hasta creímos amarnos, los dos siempre tan sensibles e ingenuos. Sí, creo que supimos confundirnos y también disfrutar de esa confusión. Recuerdo bien una de esas noches, hasta creo ver el anaranjado colándose por las rendijas de la persiana; su mano áspera se paseaba por mi espalda y yo no podía dejar de contemplar sus ojos perdidos en la oscuridad, reflejando con un humilde brillo algo de aquella luz. - No puedo creer que existas, Hernán.
.
.

jueves, octubre 16, 2008

Parte iii: snow’d citi

Es tanta la devoción, que es preciso viajar aún cuando ya se está de viaje.
.
.
.

Sentía un miedo terrible. Desde que salí del baño. O antes, no sé, desde que terminé de cenar y me dispuse a caminar hacia la terminal. Miedo a todo, ladrones en el camino, morir de frío al llegar a la ciudad bonita (cabe aclarar que había sido azotada por un temporal de nieve pocos días antes), pero lo que más intensificaba esa sensación de miedo era el viaje, el viaje en micro.
.
Nunca tuve explícito miedo a los conflictos de ruta, supongo que por viajar siempre extremadamente extasiada, sea mi destino Bariloche, Mendoza o Tigre. Por eso me sorprendí y empecé a validar mis argumentos… se entiende, si nunca fui una maniática por qué esta vez lo estaba siendo, por qué me parecía lógica y más que factible la ocurrencia de un accidente con futuro televisivo. [Sobre esto último no quiero comentarios: creo que abandoné mi ambición de fama en los primeros años de mi vida.]
.
No podía dejar de escrutar a cada pasajero y en ese análisis arduo no se me hacía que esas personas pudieran tener alma de suicida… ¿¡Suicida!? Estaba metiendo a todos los pasajeros dentro de grupo de personas sin ganas de vivir, olvidando encima que yo también estaba en esas condiciones, las de viajar en ese mismo ómnibus.
.
Ahora quizás sea preciso aclarar los justificativos básicos de tanto temor… bueno, nieve y viaje nocturno es una combinación, para mí, explosiva.
.
[Nota: veo amanecer desde la terminal de Bariloche, sobre contornos andinos.]
.
Bueno, sí, si nos ponemos razonables, cualquier viaje en ruta tiene hoy día alta peligrosidad… Pero las cosas pueden ponerse peor en lo que a probabilidades respecta y para mí todas esas probabilidades estaban anoche a favor de la tragedia.
Pero ya ven, cuento este relato en pasado pues superé el viaje al buen estilo marmota e incluso tuvo que venir a despertarme el chofer.
.
[Acotación innecesaria (sí, la anoto igual): ¿Por qué las señoras de maestranza suelen llamarse Marta o Susana?]
.
Para mi sorpresa el móvil no se había retrasado como suele ocurrir sino que había llegado antes de hora y eso me hizo pensar en que seguramente había viajado a velocidades considerables… pero ya era tarde para cavilar sobre esos asuntos, mejor dicho, ya es tarde para eso.
.
.
.
.
Dos días casi completos paseando por la ciudad bonita, con el lago bonito y las montañas también bonitas. Esta vez nevado, un poco más intenso en consecuencia.
.
Pero así y todo la inspiración no llegó y quizás sea cierta la patética hipótesis de que sólo la atraigo cuando los pensamientos son oscuros y marchitos.
.
Como ahora, que aunque poco sea, tomé la iniciativa de poner el lápiz en acción sólo porque me estoy yendo. Y la voy a extrañar, se lo dije todo el día, como si acaso ello hubiese podido llevarme a que me detuviera.
.
.
.
.
Al mejor estilo Tom Hanks, en “La Terminal” por supuesto. La temperatura no es la ideal pero seguramente sea mejor que la de las calles de General Roca a las 7 a.m. en plena temporada de heladas tardías.
Tengo mis… (¡lag!) o al menos sus reminiscencias. Acabo de tener uno de los desayunos más (insípidos + solitarios) de mi vida. ¡Qué honor! Pequeños precios que pago por acercarme a esas montañas que adoro… un falso ascetismo que intensifica el placer que se siente al llegar a un destino encantador. Falso ascetismo, repetí esa frase en varios momentos de la travesía, riéndome luego de mí misma por darle tanto mérito a comer lo suficiente o un poco menos, cargar peso (y no el tortuoso de una 60 litros), padecer las alternancias de temperatura y sentir el dolor en mis pies por tanto andar… aunque claro, con botitas térmicas para nieve alquiladas, qué te pa’.

sábado, octubre 11, 2008

Oops (mid-chapter)

.
.
.
.
.
unatardedeveranosenublóycayeronrayos,semojótodalatierradeljardín.crecieronunasplantasquesequéycortéprimeroydespuésguardéparamí.yahoraquelasmiroyquelastengoaquícuidadas,ellasmeobliganacantarteasí.ellasmeobliganacantarteasí.
-
-
-
-
-
:)