martes, julio 09, 2013

allá quizás mejor

El viento de Blenheim me secaba la cara de llanto. No valía la pena salir a sus calles sin un sentimiento gris, sin la terrible certeza de que nada tiene sentido. O, de lo contrario, sin la cálida ilusión de que para algo estamos -de que el granito de arena no puede ser vano. (Así surgía la cosa). Por Percy Street hasta el infinito, hasta que se acabaran las calles o abundara el verde, o el río dijera basta, desvío hasta el próximo puente.  Sus emociones quedarán plasmadas en el verde forraje, senescerán sin morir, serán tierra y serán nuevamente verde. Sus emociones siempre aquí, siempre junto a este río. Siéntese a sentir.