domingo, enero 15, 2012

El día 1 se hizo como si 2.


No era para menos.
Lima-Cuzco: impecable. Un vuelo fascinante. Pueblos sentados sobre las nubes, con vista hacia las nubes –así como quien tiene vista al mar.

Lidiar con el mal de las alturas fue un problema hasta el momento de dejar la mochila en el piso. La sensación del apunamiento es peculiar, como si la misma sangre hubiera aumentado su temperatura hasta hervir y burbujeara, toda, en la cabeza. Más o menos como los caricaturistas representan un termómetro que estalla. Y si esa sensación de presión se intensifica, el dolor es tal que se siente como si verdaderamente la cabeza estallara (para mi fortuna, esa situación límite fue algo que experimenté durante sólo unos segundos).


La siesta de la tarde mejoró las cosas pero aún, siendo la noche y bastante entrada, no me imagino haciendo la caminata que planifiqué para mañana. Supongo que me falta algo de comida y por eso ahora estoy esperando mi plato de ceviche en un típico restaurante local.

Hace un rato me topé con una programación al aire libre del clásico sudamericano Perú-Chile. Aunque más que toparme yo diría que me llamó el bullicio… No era de esas bullas ásperas y desagradables de las que huyo, no. Era melódica –suave y profunda a la vez. Quizás como la voz de los peruanos.




Nota al pie
Apunamiento: sensación desagradable, generalizada, asociada a las alturas.





sábado, enero 14, 2012

... y entonces escogí Perú.




Un viaje a Suecia boicoteado. Un viaje a Islandia auto-boicoteado.
La inquietud de un destino alternativo, aún cuando es planificado con considerable antelación.
Sólo bastaba con cerrar los ojos y decir “estoy planificando un viaje a Perú, compré pasaje con destino a Perú… me voy a Perú”.--- ペルへいきます



A falta de material contemporáneo, vuelve el diario de una viajera empedernida.


11/10/2011 - día nº1

En un primer momento fue ansiedad –pura ansiedad-; la ansiedad en su máxima expresión, el ejemplo práctico de la ansiedad. En un primer momento. (…) Miento, en uno segundo. 

El primero fue desamparo, desapego. Luego de horas incansables en brazos de alguien que sabe querernos, sentir desapego es fácil. Lo mismo lo habría sentido si hubiese embarcado en un inofensivo ómnibus urbano.

Son las primeras horas –me digo. Esta es la ansiedad desmedida que pretende protegernos. Es engañosa, sobreprotectora; alimenta un miedo infundado. Este tipo de ansiedad, es aliada íntima del lado oscuro de la incertidumbre.