domingo, noviembre 08, 2009

fragmentito (desde ahí)

De la cabeza de Melina (me gustaba cambiarle el nombre de vez en cuando) salían cosas que no entraban en la mía. Así fue como, paulatinamente, el espacio entre nosotros y alrededor nuestro (un baño, un banco de plaza, un cuarto de living) se fue llenando de todo eso que ya no le pertenecía pero que yo a su vez tampoco sabía tomar. Cosas de nadie desde el momento en que salían de su boca perezosa o de su lápiz puntiagudo; cosas que a partir de ese entonces pasaban sólo a ocupar el espacio ese que debíamos o deberíamos haber ocupado/abarcado/vencido para estar de algún modo juntos.
Dunedin. Algún domingo de ¿febrero? de 2009.

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