Traté de recomponer todo eso, en un orden para nada cronológico porque esa clase de historias no tiene pies ni cabeza, y aquí están para todo el que quiera compartirlos, pedazos de lo que yo viví con y sin Juan:
_
Me inquietaba el asunto, leer un cuento y pensarte, identificarte con una mujer rubia y llamada Sara, soñar con darte el cuento y conmoverte (siempre quise conmoverte). Dejar huir el amor platónico y luego que todo pierda sentido, los maridos no son tan ideales y los hijos son mera descendencia y continuidad de una sangre que quizás no valga la pena perpetuar._
La tonta imagen de la tonta mujercita vagando por los pasillos que combinan la E con la C. La ingenua que camina sin rumbo por un lugar que creyó su destino, que siente fuertes palpitaciones con sólo ser un pasajero más de la línea Mitre. La que se enamora tanto y por tan poco, tal vez para olvidarse de lo duro que es todo lo demás.
_
__
Puede que estemos compartiendo este momento, aunque vos no lo sepas ni lo desees y tan sólo porque yo así lo quiero, como lo hago cuando duermo. Es posible que a veces me recuerdes o hasta quizás lo estés haciendo ahora... aunque no, eso es improbable […]
Poco a poco iba pisoteando el advenimiento de lo inevitable. Ya podía divisar la estación y también, frente a ésta, la parada de su colectivo, ajena a todo pero con aires de protagonista. Notó que la mano de él se le iba resbalando desde su cintura hasta vaya uno a saber dónde y fue entonces cuando descubrió que hacía frío, que toda esa mañana había sido fría.
_
_Puede mentirse diciendo que no le gustó, también pensando que fue lo que esperaba. La imagen que le mostró el espejo del bar cuando subió al baño no hizo más que dificultar las cosas y los comentarios graciosos se tornaban dolorosos en el fondo. Luego las miradas y las voces le iban mostrando su derrota, pero igualmente, con vana fe, hizo una caricia a sus uñas mordidas como la forma más extraña de decirle “me importás”.
Releerlo todo me hace sentir algo estúpida. No puedo decir que no tengo miedo, que confío en mí. No sé qué será de esto ni quién llegará a leerlo, hasta dudo que llegue a tus ojos. Pero, sin embargo, sigo escribiendo… y sin sentirme avergonzada, acepto lo aliviada que me hace sentir poder volcar todo al menos en un simple procesador de texto.
__
Y las cosas no cambian, no cambian nunca, porque nunca dejo de sentirme confundida. Así como hoy iba a subir mi última escritura "mirando al chico de ojos castaños", ahora tengo ganas de agarrar ese papel y prenderlo fuego para que no quede ni el bollo.
